No me
aburres, me gusta tu inexactitud. Te quiero pero no soy estúpida: tú no eres el
centro del puto universo. Fingí estar enferma en melancólicos correos
electrónicos que enviaba a mis amigos pero te hubiera escupido en la cara. Tengo
los pulmones asfixiados, me duele tu garganta como manifestación de la
desastrosa relación que he tenido contigo. Me preocupa decir algo malo cuando
nos odiemos, cuando no dejemos de arañarnos, cuando no seas capaz de llamarme
puta porque estarías diciendolo de verdad.
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