17.10.11

Nos vimos en una terraza del centro. Hacía tiempo que no quedábamos. En aquel momento nuestra relación existía en dos estados mutuamente contradictorios: simultáneamente era y no era mi amigo. Para aquel entonces él ya se refería a mí como la hija de puta esa que me quiso una vez. Le menciono que salgo con alguien pero que no ocurre gran cosa entre nosotros y me recomienda que me case con el idiota de mi amante para así no tener que dedicarme a la tortuosa tarea de recordar la brutalidad del sexo con él. Cuando le beso le estoy tratando como los tíos me tratan a mí: le invito a subir a casa.