10.8.10

Estábamos por encima de las desgracias, de los malos entendidos. Estábamos por encima del peligro y la incertidumbre, del mal sabor que la corrupcion deja. Les escupíamos a los malos a la cara y vivíamos para contarlo porque corríamos deprisa y ellos no tenían con que atarnos. Cada día era cada día y punto. No conocíamos el miedo y eramos tan impacientes como el que más. Tomábamos cerveza y corríamos el riesgo de ser diferentes. Estábamos todos lejos de casa. Mal rapados, demacrados y flacos. Nunca tuvimos ningún tipo de revelación ni vimos a dios pero nosotros podíamos ser héroes con cada trago. Sabíamos que no era tan bueno obedecer y no lo hacíamos. Follábamos, si, lo hacíamos sin parar y cada día teníamos una sonrisa diferente en la cara. Íbamos armados hasta las cejas pero no necesitábamos nada. Nos adjudicaron alguna que otra enfermedad mental (así, al azar) porque para ellos lo nuestro no era normal pero nosotros nunca llegamos a escucharles: beber era más divertido. Hoy, sin embargo, ha sonado el despertador y solo queda esconderse en las esquinas. Me arrepiento terriblemente de todas las dogas que no probé y desconfío de todo aquel que me dice: "niña oscura, te juro que de esto no hay forma humana de escapar". Estamos todos bien jodidos, pienso, y no hay mayor verdad que esa. Houston, creo que tenemos un problema.

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