18.7.10

TEORÍA DEL CAOS:
Ahí estaba yo, viéndola recoger su vestido del suelo. No quería que se pusiese la ropa todavía y rezaba por que se hubiesen evaporado sus tacones de diez centímetros y a ella le diese por decir: “oye, que me quedo, que el cielo esta noche está muy lejos”. Me moría de ganas de decirle que la prefería sin ropa interior, que se quedase, que durmiese conmigo, que entre todo lo que no he tenido ella es lo que mas echo de menos. Copa y canuto en mano me mantuve en silencio, limitándome a mirarla como un tonto y sabiendo que ella misma desaparecería cualquier tarde. Su psicólogo decía que Ana tenía tendencia suicida, aunque no lo supiese. A mi, que no me importaba cuantas heridas mantuviese abiertas, me daba igual. Con ella el vicio se convertía en norma y todas las leyes se violaban, la tenía en cada centímetro de mi puta piel. Todas las noches me duelen por igual desde que no ha vuelto. Y la verdad es que no quise dejar de amarla, no quise entonces ni quiero ahora. Espero, por otra parte, no tener que hacerlo nunca.

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