1.5.10

Creo que he tenido una pesadilla porque tú me llamabas a las 6 y luego, otra vez a las 8, solo para decir “te echo de menos”. Aunque suene raro tú y yo compartíamos mesa a la hora de cenar, lavábamos los platos y en la cama me robabas el lado izquierdo antes de dormir. Luego la cosa empeoró más aún porque por las mañanas inventabas nombres nuevos para despertarme y andabas de mi mano por la calle. No estabas lejos, ni ausente. Verás, era una sensación rara. Recuerdo que me temblaban las piernas más a menudo, que la rutina le sentaba bien a mi cuerpo. Pero creo que ya sabes que no quiero eso, que no soy así. Porque me da miedo la gente que da un beso de buenas noches, olvida el morbo, trae celos y llega a casa sin ganas de hacer el amor. Y esque no te quiero lejos, ni te quiero aquí. Aún así se que te extraño los domingos a solas (que siempre fueron días de dos) y que todavía no quiero que nos salgamos del camino, no, todavía no.

- Me debí dejar algún sentimiento importante, hace dos semanas, en tu habitación.

No hay comentarios: