20.4.10

Hoy me han contado una de esas historias de amor. Sí, una bonita y larga, pues lleva esperando años para empezar. Una de esas historias en las que las dos partes esperan. Y no se cansan nunca. Que envidia me dan. A mi nadie me enseñó a hacer eso.

Así que vine aquí, como cada 8 del mes, esperando algún tipo de revelación que me hablase de alguien tangible. Creo que me entraron unas ganas tremendas de enamorarme. Debe ser que ya no tengo tanto miedo como antes. También creo que esta sensación se me pasará pronto y acabaré diciendo “ya verás cuando se os pase como jode”. Recuerdo que aquí escribí muchas tonterías sobre ti cuando te fuiste por segunda vez, sobre nosotros, sobre como sería la vida en un mundo en el que no existieses. Sobre lo sola que estaba. Sobre lo sola que sigo sintiéndome todavía. Me doy cuenta de lo complicado que se ve todo cuando llega esta fecha. Luego se me pasa. Se que tus manos hoy me faltan mucho menos.

Cerveza en mano me quejé de lo mucho que asusta empezar a pensar de nuevo en alguien y en lo bonito que es tener un amante de los de verdad. La cerveza siempre me hace olvidar un poco el orgullo. Empiezo a descubrir que yo puedo también querer mucho, enamorarme también hasta los huesos. Pero prefiero fingir que eso no significa nada, que no tengo por qué hacerlo ahora. Separo los sentimientos de la piel, pienso en abstracto y lo pospongo todo unos años porque aún dudo de mi pacto de no agresión. Verás, es algo así como una sensación de “quiero andarme con ojo que aún me duele un poquito y no se volver a empezar”. Unos meses atrás yo no era tan pesimista ni tan escéptica, me pregunto si es simplemente porque nuestra historia no salió bien. No, no puede ser solo eso. Algo más debe estar cambiando.

Hoy fue un día malo, pero sé que mañana será mejor. Y así hasta el próximo día 8. Pero es que no me gusta que empiece otra vez el mes. Me debe pasar algo malo porque no estoy mostrando mi espíritu de superación. Y lo tengo. He decidido que quiero convertirme en experta de enamorarme de cualquiera y que no dure, aprender a beber bien sin hacer trampas, poner a la gente en su sitio. De momento, me he reconciliado conmigo y he decidido dejar (durante unos días) la contra dirección y el estacionamiento prohibido. Creo que soy más consecuente y me cuido más. He reducido considerablemente mi vida social pero ahora siempre me dirijo la palabra. Noto como crezco hacia dentro y ya no pienso en eso de que nada es solución de nada.

Eso sí, creo que odio definitivamente el frío por las mañanas, todo lo que no es suave, los relojes, el mal humor. Odio además el tono de voz de la gente chillona, la dependencia, las prisas en el coche, la alegría blanca que no cambia nada, la posesión. Y he decidido también que lo que más me gusta en el mundo es que me sonrían por la calle, la siesta entre semana, la lluvia, los comentarios inapropiados porque me da la risa, que me lleven a la cama si me duermo en el sofá, los calcetines altos, las camas de matrimonio, la risa, los retos, las listas, los niños. Tengo unos gustos curiosos y unas ideas raras, lo se.

Me tumbo al solete pensando en esto pero simón me pisa, se me echa al lado. Ya esta mayor. Antes venir aquí era una especie de luto, te juro que no podía mirar al mar sin sentir tu ausencia. Últimamente, sin embargo, noto que está todo bien. Que voy a hacer muchas maletas en esta vida y tengo que deshacerme de algunos recuerdos, que no son imprescindibles y pesan demasiado.

No hay comentarios: