19.4.10

Anoche me dije:
Sara, necesitas dormir.
Porque me encontré
extrañando su ropa interior,
el olor de mi cama
cuando dormía él.
Sus manías,
sus excusas,
su respiración en la nuca,
su risa y
su sonrisa.
Extrañaba hasta su enfado
su cara dura,
su pelo despeinado
y el color de sus ojos.
Por extrañar extrañé
hasta la despedida que no tuvimos
el adiós
que no le di.
Ya ves que
los domingos siempre fueron
días para dos.

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