8.11.10

Aquella noche no podía dejar de mirarla así. Y esperaba, de verdad que esperaba que Gala no se despertara hasta dentro de un rato, unas horas, porque es que no tenía ningunas ganas de disimular lo que sentía. Esa mañana no. Olía a café recién hecho y él se hacía un tabaco de liar sentado al borde de la cama. La miraba con la sensación de que esa niña tenía el corazón lleno de piedras o algo así pero la verdad es que se moría de ganas cada vez que ella decía “paso a verte esta noche, ¿si?”. Entonces la esperaba un par de horas hasta que tocaban al timbre o daban un par de golpecitos en la ventana de detrás. La quería en su cama y en sus apuntes. Joder, si la quería hasta en su maldito fin de año, en su septiembre y en cada día 22. Pero ella encontraba contraproducente cualquier gesto romántico y aborrecía, además, cualquier cosa en plan rollo pareja. Le gustaba follarle hasta los huesos, si, pero no soportaba que él quisiera indagar, que no entendiera que no siempre era tangible, que no la dejara sola cuando le daba la gana estarlo.

2 comentarios:

Macarena Baquero Masáts dijo...

Ojalá poder ser Gala mas a menudo!
La envidio

Unknown dijo...

Muchas veces uno querría estar en el lugar de Gala siendo intangible hasta para la vida!
besosss