1.4.10

Yo solo busco que me tiemblen las piernas, no saber donde piso. Ya ves, que la pasión fue lucha y esclavitud. Y eso a mi humor siempre le ha sentado bien. No soy bueno para ti, tal vez porque quiero y siempre he querido más. Solo se hacer(te) daño. A menudo me repetiste que durmiera tranquilo porque la ausencia cede y el silencio no siempre es rey de la tierra que habita. Pero yo, yo nunca te he creído. Escúchame bien porque aunque entre el jueves y el viernes crea que debo buscarte en realidad aun necesito dormir solo y cambiarlo todo de sitio. ¿Lo entiendes? Se me hace rutina el tenerte (día si, noche también) y esto es el verdadero sentido de la dependencia. Pensar que pueda llegar a echarte de menos. Y si después de cien días aún me entristece pensarte y te busco bajo la ropa que quito… Entonces miraré de frente y no correré a buscarte. Porque hace tiempo que dejé de hacer esas cosas. Puestos a confesar te diré que casi se rompe el suelo bajo mis pies cuando me dijiste que estaba bien, que compartiríamos locura. Quise retenerte, tantas veces como fuese necesario. Comprendí que ya no eras un rostro sin nombre y que tus ojos amenazaban con atarme y dolerme después. Y yo ya no juego a esas cosas. Hoy probaré otras drogas de mi imaginación que me prohíban pensarte y me alejen de cómo era yo, hace unos años.

No hay comentarios: